Isabel Allende nos habla de su más reciente obra literaria «El viento conoce mi nombre».

La escritora chilenaIsabel Allende, promociona por el mundo su más reciente libro, en donde narra el dolor de los niños ante la separación de sus padres. Descubre todo lo que la autora contó en la presentación de la novela: «El viento conoce mi nombre».

«Es una novela emocionante, vibrante, actual, trágica y alegre, que aborda un tema muy interesante, la inmigración, con varios retos estilísticos y narrativos. Asimismo, toca el tema de la persecución nazi y obviamente el tema de los refugiados en Estados Unidos».

«La mecha se encendió en 2018, en los Estados Unidos, con la política de Trump que separó a las familias que pedían refugio o asilo en los USA. Miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera, algunos eran bebés que estaban amamantando todavía, se los arrancaron de los brazos a las madres y apareció en la prensa, el reportaje de los niños en jaulas, llorando, en pésimas condiciones, con los padres desesperados y nadie pensó en la reunificación. Cuando el clamor público acabó con esa política, porque ya no se podía sostener, se siguió haciendo de noche y a escondidas, ya no era una política oficial y no pudieron reunir a toda la familia, porque habían deportado a los padres, no habían seguido la pista de los niños y el resultado, es que todavía tenemos mil niños que no han podido ser reunificados con su familia. Tengo una fundación que trabaja en la frontera, me enteré de un caso muy dramático, eso inspiró a Anita. Luego, me acordé que no es la primera vez en la historia que los niños son separados de los padres a la fuerza, me remití a cuando los niños judíos fueron separados de sus padres para salvarlos de los nazis en 1938, en lo que se llamó el Kindertransport, ese fue el origen de la novela».

«Me acordé de una obra de teatro que se hizo hace mucho tiempo en Nueva York, se llamaba el Kindertransport y era la historia de esos niños, una niña judía. El 90% de esos niños nunca más volvieron a ver a su familia, fueron exterminados en los campos de concentración».

«Cuando sé termine el patriarcado el hombre dejará de ser un lobo para el hombre, es el objetivo final por el que vamos. Ahora, nos hemos demorado mucho más de lo que yo pensé, pero para allá vamos, tenemos que reemplazar el patriarcado por un sistema mucho más humano y más inclusivo que el que tenemos».

«Viví de chica en un mundo imaginario, sucedía casi todo en el sótano de la casa de mi abuelo, donde supuestamente no debía entrar, pero encontré la manera de entrar y ahí tenía mi propio universo, con libros y velas, tenía todo. Incluso, creía que mi abuela, quien había muerto, me acompañaba. Entiendo muy bien la mentalidad de Anita, además, la he visto entre los niños traumatizados que hay en la frontera, muchos de ellos dejan de hablar, se sumergen en el silencio y dentro de ese silencio crean un mundo en el que se sienten más seguros, es muy trágico y es un trauma que creo que los va a acompañar toda la vida».

«Empezó con la separación de los niños en los Estados Unidos. En general, las novelas o historias que termino escribiendo, son como semillas que tengo, energía que va creciendo hasta que me ahoga, entonces sé que es tiempo de escribirlas. Luego viene todo el proceso de investigación, que me da mucho material, en el caso de El viento conoce mi nombre, fue una investigación muy fácil, porque está pasando hoy y conozco a la gente que está trabajando para aliviar el problema, en eso trabaja mi fundación. Al final de la novela están todos los reconocimientos, son cientos de personas que me ayudaron, fue muy fácil la investigación. Es como hacer el amor, no es el final lo que importa, sino que es el proceso».

«Disfruto más escribir, la investigación es la base el fundamento, pero lo que me gusta es contar la historia, desarrollar a los personajes, son como puzles que deben tener un sentido, ser armoniosos, consistentes y eso me encanta».

«El personaje principal está basado en una niña que se llamaba Juliana, también ciega».

«Mis personajes favoritos son SamuelLeticia y Anita, son para mí los tres protagonistas. Samuel, porque acompaña la novela desde la primera página y hasta la última, es la columna vertebral del libro. Leticia, porque está basada en  nuestra Leticia Rodero, una amiga mía, a quien veo todos los días para tomar un capuchino, ella es de El Salvador, quien salió escapando por la violencia, ella me ayudó con toda esa parte de la investigación, es un personaje muy parecido a la Leticia del libro. Y, por supuesto, Anita, ya conocían a la niña».

«Estamos haciendo todo lo posible por ayudar y cambiar las cosas. Tengo 80 años. En la trayectoria de mi vida he visto cambios positivos. Cuando nací nadie hablaba de feminismo, por muchos años ser feminista era un insulto, ahora es parte de la sociedad y de la paridad de género, es algo totalmente aceptado por las generaciones jóvenes, creo que vamos avanzando lentamente, pero para allá vamos. Ahora, hay retrocesos tremendos, de repente, sucede algo como el movimiento talibán en Afganistán y en 24 horas, las mujeres que eran médicos y abogados deben encerrarse en sus casas, siempre hay que estar vigilantes para que eso no ocurra. En Estados Unidos no ha habido un retroceso tremendo desde que se suspendió el derecho al aborto, por ejemplo, o los anticonceptivos, es un retroceso muy grande para la libertad de la mujer».

«Antes, pensaba por muchos libros, creía que eran un regalo del cielo, que me caía y que tal vez la próxima vez no iba a suceder. Ahora, sé que esto es mi oficio, tengo más experiencia, si me doy suficiente tiempo para investigar y escribir, puedo contar casi cualquier historia y eso es un alivio. La mayor diferencia es la computadora, antes escribía en una pequeña máquina portátil, no había copias de nada, para corregir, había un líquido blanco y uno pintaba la página, tenías que meter en ese pedacito una frase que fuera por el mismo número de letras, era de locos, para cortar un párrafo, lo cortabas con tijeras y lo pegabas con scotch. El mayor cambio ha sido la computadora, y después, espero que sea la inteligencia artificial. El cambio de la maquina a la computadora sucedió con la novela Eva Luna (1987)».