El padre de la democracia es la biografía definitiva de una figura extraordinaria. Es un libro donde Francisco I. Madero habla, piensa, discute, se pelea, pero también es cariñoso, apasionado y generoso. Una obra que trata de entender la vida y el legado de un personaje indispensable para explicar la historia de México.

 

Entrevistamos a Felipe Ávila, sociólogo por la UNAM y doctor en Historia por El Colegio de México. Autor de los libros: El pensamiento económico, político y social de la Convención de Aguascalientes; Los orígenes del zapatismo; Entre el Porfiriato y la Revolución. El gobierno interino de Francisco León de la Barra; Las corrientes revolucionarias y la Soberana Convención; Breve historia del zapatismo; Zapata. La lucha por la tierra, la justicia y la libertad; Carranza, el constructor del Estado mexicano; Las compañeras de Zapata; Álvaro Obregón, luz y sombra del caudillo. Aquí te compartimos el por qué debes leer esta apasionante biografía de Francisco I. Madero.

«Tengo muchos años estudiando sobre la Revolución Mexicana, algunas historias generales del zapatismo y varias biografías sobre algunos destacados revolucionarios como Zapata, Carranza y Obregón. Desde hace tiempo me surgió la necesidad de investigar a Francisco I Madero, porque en todos mis trabajos aparece Madero, pero como una figura secundaria, y desde hace algunos años me surgió la necesidad de investigarlo a fondo, me parece que es un personaje absolutamente impresionante, para entender lo que fue la Revolución Mexicana«.

«Además, porque también estoy convencido de que hacía falta una nueva biografía de Madero, vista a través de los ojos del presente. Porque para mí la historia es un diálogo permanente entre el pasado y el presente, en donde le hacemos preguntas a la historia de preocupaciones actuales para poder entender ¿de dónde venimos?, y sobre todo, para poder estar mejor capacitados para resolver los problemas de nuestro presente. Era necesario un abordaje haciéndole preguntas a Madero, desde el presente que hoy estamos viviendo porque me parece que no podemos entender la evolución de la democracia mexicana sin la contribución decisiva de Francisco I. Madero, me parece que es el punto de origen de la democracia que apenas estamos tratando de construir y consolidar, después de 100 años de su trágico asesinato».

«Lo que más me sorprendió es que a diferencia de lo que se ha escrito en la mayoría de las veces sobre Madero, a quien nos presentan como un personaje ingenuo y soñador, que no tenía los pies bien puestos sobre la tierra, que era un idealista romántico, y explican su trágico fin; al contrario, encontré en este trabajo que hice, a un Madero, que me parece, uno de los mayores políticos que hemos tenido, con una capacidad de diagnóstico de reflexión, intuición, realismo y creatividad, que le otorga un papel preponderante a nuestra historia. Descubrí en Madero a un personaje con una capacidad de análisis político que me sorprendió, no me lo esperaba».

«Él hizo el mejor diagnóstico del sistema político porfirista, detectó cómo funcionaba, pero también estaba agotándose, pudo vislumbrar las fisuras que tenía y la oportunidad única, que se estaba abriendo, para tratar de desmontar ese sistema autoritario represivo, propuso una hoja de ruta también magistral, porque más o menos, desde 1907, considera que México estaba preparado para la democracia, con una ventana de oportunidades en las elecciones de 1910, que debe aprovechar con la condición de que se cree un nuevo partido político, una organización nacional de carácter democrático, que participe en las elecciones de 1910 y canalice el hartazgo de la sociedad mexicana, ante el sistema político porfirista y sus profundos anhelos de cambio».

«Madero, es el que mejor comprende esa situación, no solamente hace el mejor diagnóstico sino que también la receta para solucionarlo, y eso aparece claramente en su libro: La sucesión presidencial en 1910, propone un plan de acción para formar un partido nacional democrático, crea clubes políticos en la mayoría de las ciudades de la República, hace una convención nacional y adopta un programa de transformación política y democrática, además elige a sus presidentes, y candidatos, para las elecciones de 1910 y competir con Porfirio Díaz, él está convencido de que el pueblo de México y la ciudadanía quieren un cambio democrático, y en 1910 se puede expresar esa necesidad de cambio, porque se puede derrotar a Porfirio Díaz en las urnas y dar paso a la construcción de un país auténticamente democrático».

Eso que él ve posible, desde 1907 y 1908 lo va cumpliendo, es sorprendente ver cómo se traza una ruta en unas etapas que se van cumpliendo, respetuosamente iba avanzando, se va modificando la realidad y va construyendo ese objetivo que él se propone hacer desde 1907, y que lo lleva a su culminación exitosa, porque sí crea un partido nacional democrático, sí compiten en las elecciones, si hace una campaña que despierta el interés del pueblo de México por la democracia y sí compiten en las elecciones, sin embargo, se encuentra con la razón absoluta del sistema político porfirista, lo encarcelan, y una vez que ha agotado todas las instrucciones legales, llama a la insurrección como último recurso, pero lo hace con la legitimidad de haber cumplido todo ese proceso, de haberse convertido en un personaje nacional, con una gran popularidad y una gran legitimidad, llega su desafío insurreccional».

«Madero era un convencido demócrata, para él la solución a todos los problemas pasaba por la democracia, confiaba ciegamente en que el pueblo tenía la capacidad de elegir a buenos gobernantes, y esos buenos gobernantes iban a hacer buenas leyes, y buenas leyes iban a resolver a través de las instituciones los graves problemas de nuestro país. Él era un demócrata absoluto, convencido de que ante todo estaba la democracia; él hubiera aplaudido y celebrado la decisión del pueblo de México, llevar por primera vez en nuestra historia a una mujer a la presidencia de la República; ¡claro!, estamos hablando de más de 100 años después, elegir a una presidenta en 1910 era absolutamente imposible, para empezar, porque las mujeres no tenían derechos políticos, eso se consiguió a través de su lucha por décadas, fue hasta 1953, entonces el mundo de la política en el que vivió Madero, era un mundo masculino dominado absolutamente por varones.».

LA PORTADA

Seleccione la fotografía, me parece que es muy expresiva. El título, también me lo consultaron, lo propuse y estuve de acuerdo. Lo único que quizá no me gustó, es que hayan puesto mi nombre en el mismo color, en el mismo tamaño que el título, porque creo que se puede malinterpretar. Si uno lo ve de lejos, lo que alcanzas a leer es El padre de la democracia, con letras blancas grandes y luego un cintillo en amarillo con letra más pequeña y de otro color: Biografía de Francisco I. Madero, y luego viene mi nombre, entonces, si tú lo ves de lejos, parece que yo soy el padre de la democracia, eso absolutamente no es así, yo le hubiera cambiado el color y el tamaño a mi nombre, no me gusta que se resalte tanto, pero eso es algo que en una siguiente edición se va a corregir».

Compendio de fotografías: «Estuve buscando en el enorme acervo fotográfico de Francisco I. Madero, seleccioné las que me parecían más adecuadas, se las propuse a la editorial y ellos hicieron la selección final».

Les ha gustado mucho, apareció apenas hace un mes en librerías. Me han hecho comentarios muy positivos, les parece interesante, novedoso y muy completo, ofrece una visión distinta del Madero que conocían, ese era el principal objetivo, que quien se acerque al libro entienda a un Madero fascinante, con una personalidad extraordinaria, pero sobre todo, a uno de los que más contribuyó a asentar las bases, y sembrar las semillas del país democrático que hoy poseemos, y también tenemos la obligación de continuar y consolidar».

«Hacer un amable invitación a los lectores, para que se acerquen a este libro, y quienes se acerquen, espero que les guste y que les sirva.», finalizó el autor.