Te presentamos el décimo libro del autor mexicano Enrique Escalona. Te garantizamos que vale mucho la pena leer «La hija del francés». Aquí te contamos detalles de esta maravillosa novela negra.

 

Enrique Escalona nació en la ciudad de México, estudió Ciencias de la comunicación en la UAM Xochimilco. Ha trabajado como guionista de televisión, fotógrafo, profesor y editor. En 2017 obtuvo el Premio Nacional de Literatura para Jóvenes Fenal-Norma, con la novela Fuimos una banda de rock. También publicó la trilogía de aventuras del detective Demián Diosdado: La moneda de la muerte, La tercera Frida y la máscara del dios murciélago, en su biografía hay un puñado de otros títulos. Pero hoy, lo entrevistamos porque se metió al género de novela negra con el libro La hija del francés.

¿Cómo inicia tu carrera en las letras y tu gusto por la literatura?

«Mi gusto por la literatura empieza desde niño, prácticamente se lo debo a la presencia de libros en casa, especialmente porque mi papá es impresor, él siempre tenía un montón de libros, así como objeto, era precioso encuadrar y encuadernarlos, mi mamá tenía una papelería, así que también veía libretas y todo como objeto para mí. Los libros siempre me fascinaron, pero ya específicamente como escritor, que me imagino que es lo que más interesa, fue muy raro, porque siempre tuve la idea de ser escritor, desde niño, obviamente todo mundo te dice que no, que eso no está bien. Desde mi camino y durante muchos años, tuve la idea de no ser escritor, hasta que de plano no me quedó otra que aceptar mi destino trágico, que es precioso, comencé a escribir realmente tarde, a finales de mis años 30, escribí con muy malos resultados hasta que descubrí que lo que tenía que hacer por gusto y necesidad de aprendizaje. La literatura infantil fue lo primero que escribí, después me pasé a la literatura juvenil y empecé a trabajar con temas más complejos, lo cual no quita que la literatura infantil también puede llegar a ser muy compleja y básicamente, La hija del francés es mi décima novela. Mi primer libro es muy modesto, pero muy divertido, se llama La nariz de los Guadarrama, lo publiqué en ediciones Edebe, esa fue mi primera incursión en la literatura y después seguí publicando otros más».

¿Cómo surge la idea de escribir La hija del francés y llevarlo por el género de novela negra?

«La novela se llama La hija del francés, publicada por Montena, es la primera vez que publico en esta casa editorial y estoy muy emocionado. Esta novela me cayó como tromba, me han pasado dos situaciones cuando escribo una novela, por un lado están las novelas que investigo, comienzo a trabajar y es como un camino casi académico, en donde uno empieza a ver cómo puede escribir cierto tema; pero La hija del francés me cayó como tromba porque se juntaron en mi mente dos iniciativas que traía, contar la historia de una chica que no conoce a su padre, pero cuya presencia está en su fisonomía, y es tan fuerte que es inevitable que todos los días piense, pregunte o reflexione sobre quién podría haber sido ese papá misterioso que le dio esa apariencia. Ella es una chica pelirroja, su mamá no es pelirroja, tiene un parecido impresionante a su padre, pero no sabe quién es. Tenía atorada, desde hace mucho, esa idea que está en la literatura de Juan Rulfo, evidentemente la búsqueda del padre no es una idea totalmente original, pero a mí me llamaba la atención que fuera una chica joven, en ese paso de la juventud a la edad adulta. Por otro lado, tenía siempre el interés, como escenario, de utilizar esta situación de la explotación de las minas a cielo abierto, que relativamente hace poco comenzaron a funcionar, aprobarse y que han devastado bastante, me gustaba la situación de la devastación de lugares que yo conocí hace 15 años, sitios turísticos que ahora puedes visitar en los últimos años y están totalmente destruidos. Sabemos, por ejemplo, que hay personas que conocieron ciudades antes de la Segunda Guerra Mundial y después fue tal el impacto, de ver algo devastado a algo que conocí bien y me impactó mucho, esto se juntó y así fue como se dio ese detono de la explosión de dinamita. Mi protagonista se llama Atenea Vega que nada tiene que ver con la diosa, Atenea nació en el cerebro de Zeus, así llegó vestida la protagonista, lista para contar su historia, se impuso, realmente, a nivel táctico y el trabajo fue sencillo, porque se hizo la coalición y la historia surgió bastante ágil».

¿Qué otro personaje es entrañable en La hija del francés?

«La protagonista Atenea Vega está buscando a su papá y su madre, quien desde el inicio está muerta, pero es un personaje con el que ella va con sus recuerdos, va recopilando sus dificultades, tuvo una relación muy difícil con ella, justo porque nunca le contó quién era su papá y esa fue una barrera que en sí se impuso entre las dos, una barrera de silencio. La mamá aparece en diferentes facetas, entre la molestia, pero también entre el cariño que se tenían. El papá, que es el francés del título, a quien vamos construyendo y conociendo, qué tipo de persona era, hay una idealización y también una realidad del personaje. Asimismo, hay una mujer extraña, una especie de hechicera un personaje medio mítico. Es una señora que se queda a vivir en el pueblo devastado, es la dueña de un viejo hotel que en su momento fue un albergue con cierto lujo, elegancia, ostentoso, bonito y más en sus buenos años, pero ahora ya está en decadencia. También ella, es un personaje que nos demuestra su apego por un lugar y que es tratada por los nuevos dueños del pueblo, casi como una inquilina, como algo que estorba y que hay que quitar, porque para el negocio, este personaje, del que no quiero decir su nombre, porque después hay un entendimiento de quién es el personaje y al que van a reconocer muy fácilmente», finalizó.