Con el estreno en cine de la película «Oppenheimer» descubrieron a un sobreviviente de la bomba atómica que vive en México y esto piensa del filme de Christopher Nolan.

 

“Realmente me interesó ver la película. Quería entender mucho más a Oppenheimer, quería conocer su personalidad: ¿Qué es lo que él había pensado? ¿En qué situación vivía?”, Yasuaki Yamashita, sobreviviente de la bomba atómica de Nagasaki.

Yasuaki Yamashita opina que Oppenheimer es una película tan impactante y realista, que no tuvo más opción que dejar de ver la pantalla grande cuando fue testigo de la famosa escena de la explosión de la bomba atómica. “Al ver la película estaba temblando realmente por la tristeza, la memoria y el sufrimiento”, confiesa Yamashita, sobreviviente de la bomba de Nagasaki. “En la escena de la prueba atómica, empecé a sufrir, no podía ver la película. Tuve que taparme los ojos y empecé a llorar”.

Sin embargo, él considera que la nueva película de Christopher Nolan es necesaria, sobre todo para las nuevas generaciones. “Pero valió la pena verla, aún con este sufrimiento. Vale la pena que la vean, sobre todo los jóvenes. Que sepan lo que sucedió: todo el proceso de la bomba atómica hasta su consecuencia”.

Esa consecuencia, inició para Yamashita el 9 de agosto de 1945. “Ese día, pasó un vecino y dijo que un avión misterioso estaba volando sobre la ciudad. Entonces me dijo mi madre: “Vamos a entrar al refugio debajo de la casa, por si acaso”. Ella tomó mi mano y en el momento en el que entramos a la casa vino una explosión terrible. Ya pueden tener una idea de esa explosión por la película. Era una luz tremenda. Como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo. Empezamos a sentir que cosas volaban sobre nosotros, pero de repente un silencio total”.

Las otras consecuencias fueron la radiactividad, que por años le causaron hemorragias, anemia y desmayos, y también la discriminación social. En años subsecuentes al estallido de la bomba, en Japón nadie quería relacionarse con los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki por miedo a problemas congénitos al formar una familia o por temor a “contagiarse de radiación”.

“Los médicos me hicieron endoscopías y análisis de sangre y no podían entender por qué me pasaba eso. Aparentemente, no tenía ninguna lesión. Entonces, todos pensaban que los sobrevivientes teníamos una enfermedad contagiosa que nadie entendía aún. Así que no quería estar sufriendo esa discriminación. Quería irme a cualquier parte del mundo en la que nadie supiera que yo soy sobreviviente de la bomba atómica”.

RENACER EN MÉXICO: México resultó ser esa otra parte del mundo. En la década de los 60, Yasuaki Yamashita se interesó por la cultura mexicana debido al éxito que tuvo el trío Los Panchos en Japón. Empezó a estudiar español y por eso fue contratado para formar parte de la delegación de prensa de su país para trabajar durante los Juegos Olímpicos de Ciudad de México en 1968.

“México me recibió de brazos abiertos y me dio cariño. México me dio la segunda vida. Por eso el cariño y amor de los mexicanos me dio una lección para quedarme en México para siempre”.

Sin embargo, durante casi tres décadas viviendo en México, Yamashita mantuvo en secreto ser sobreviviente de Nagasaki por miedo a que el estigma social se repitiera. Fue hasta 1995 que se lo confesó a un amigo que lo alentó a contar su historia en una universidad de Querétaro.

Aquella experiencia le resultó tan catártica que desde entonces tiene por objetivo crear conciencia en las nuevas generaciones sobre los riesgos de las bombas atómicas. Por esta razón, publicó Hibakusha: Testimonio de Yasuaki Yamashita, escrito por el investigador del INAH, Sergio Hernández.

“Lo importante de ver esta película es que la gente entienda lo que pasó y que jamás pueda suceder nuevamente esta tragedia. Si se olvida, esto puede repetirse. Por eso creo que es importante que sobre todo los jóvenes la vean. Esto no se puede repetir jamás, pero jamás. Nadie puede sufrir como sufrimos nosotros. Eso se puede entender viendo esta película”.